viernes, 26 de diciembre de 2014

El piloto automático


Llevo unos días que no me puedo quitar de la cabeza la canción de una película infantil de moda.

Hay canciones, planos, secuencias, imágenes, que se te fijan en la mente, por algún motivo.

Si una canción aparentemente inofensiva se me engancha como resina, pienso en lo fácil que será crear algo que se mezcle en mi inconsciente como azúcar en café.

Por ejemplo, estamos acostumbrados a ver películas en las que nos identificamos con un protagonista que acaba asesinando por venganza a alguien a quien se ha moldeado como villano odioso y al que acabamos deseando una muerte dolorosa. El odio se filtra en tu insconsciente  como una mancha de aceite. El odio hacia el malo malísimo, pero el odio a fin de cuentas. Las ganas de que le pase algo malo. Y sin quererlo lo estamos interiorizando.

Esto es programación.

Miro el aparador de una juguetería. Hay muchos muñequitos  para niños. Los miro con atención y me doy cuenta de que sobre un 80% llevan armas: hachas, cuchillos, pistolas, cañones, lanzas, garrotes... 

Desde pequeños nos enseñan en los dibujos animados que los conflictos se arreglan a palos. 

Desde pequeños, nos programan.

Veo un compendio de los videojuegos más populares. Muchos de guerra, algunos extremadamente violentos. En uno puedes llevar el sadismo gore hasta el extremo. Cortas la cabeza de tu oponente y le chafas el cerebro; otro le arranca el corazón y lo revienta con su mano... A mi me dio un escalofrío cuando lo vi.  Pero no por las imágenes en sí, que son realmente impactantes, sino al pensar que efecto puede producir en una adolescencia que pasa muchas horas jugando a esto. Una adolescencia que interioriza y normaliza ese comportamiento.

Desde el colegio nos enseñan en historia que hay muchos conquistadores a los que se muestra como héroes, en lugar de explicarte que son responsables de la muerte de miles de personas. Te enseñan la historia de forma que asumas hechos negativos como normales. No te explican casi nada sobre la belleza, la armonía o la paz. Esos conceptos son identificados sistemáticamente con gente iluminada, con misticismo friki, o con cualquier otra cosas que permita desprestigiarlos.

Como siempre ha sido así, difícilmente nos lo cuestionamos de entrada. Como en el mito de la caverna, sólo somos conscientes de lo que vemos, de lo que hemos aprendido, o mejor dicho, de lo que nos han enseñado. Así que nos creemos que eso es la realidad.

Para los más pasivos, los consumidores voraces de TV, una de las herramientas más potentes es la publicidad. La que te dice como has de ser, que has de llevar y consumir, y que te explica que si te pones la misma colonia que cualquier famosillo del tres al cuarto podrás disfrutar de parte de su éxito. 

Particularmente, si miro la publicidad con consciencia, me siento insultado.

La pregunta es ¿por qué a alguien le puede interesar que interioricemos esas conductas? Eliminar la empatía, la simpatía y la misericordia y en su lugar activar la rabia y los deseos criminales. Lo dejo para vuestra reflexión. 

Que puedo hacer? Dejar de mirar las cosas para pasar a observarlas. No miro pasivamente una película, unos dibujos animados, un anuncio, etc. Cuestiono todo lo que me explican en los medios de comunicación de masas.

Casi nada es inofensivo, así que ahora observo las cosas desde la barrera. Mantener al hombre en conflicto constante consigo mismo y con su entorno, facilita su control.

Evito poner el piloto automático que es el que se alimenta si no estás atento.


lunes, 15 de diciembre de 2014

Mentira

Me cuesta moverme en un mundo que no me creo.

Todo me parece un teatro.

Me reúno con el asesor de calidad y seguridad y me explica unas cosas que me parecen gilipolleces. Que si el terrorismo que nos acecha,  que si la seguridad en los aeropuertos, que si hemos de poner cámaras, que si hemos de registrar las visitas, que si hemos de asegurar la cadena logística... Miedo, miedo, miedo. Y como empresa nos preparamos para certificarnos con un título basado en el engaño mundial, en la política del miedo, en crear el pánico para sacar un rédito económico. Nos auditan y nos conceden el certificado por el que hemos tenido que invertir (?) una importante cantidad de dinero.

Mentira.

Me reúno con la asesora de marketing y redes sociales y me explica, con multitud de anglicismos que me fastidian, cómo comunicar las cosas y sobre qué plataformas para crear una imagen que no importa que sea falsa mientras cumpla su cometido. Una imagen de cartón piedra, un escenario sobre el que teatralizar un concepto que se situará con precisión en el circo más adecuado para que los atunes consumidores que no se cuestionan nada, se chuten una nueva ración de humo.


Mentira.


Ojeo periódicos de varias tendencias y constato que en todos ellos se habla de las mismas noticias aunque cada uno lo hace desde su perspectiva política. En todos, el enfoque de los conflictos bélicos es el mismo para que no "pierdas el tiempo" en asegurarte de si lo que te están explicando es verdad o no. Para que te creas que unos son los buenos y otros los malos. Leemos lo que está programado que leamos. 


Mentira. 


En Wall-E (http://es.m.wikipedia.org/wiki/WALL%C2%B7E), hay un momento en que uno de los cachos de carne (nosotros en el futuro) que no piensan, hipnotizado por el consumo de tv y azúcar en grandes dosis, sale accidentalmente de su sueño inducido y descubre sorprendido que más allá de la pantalla que tiene delante pasan cosas.


Se me ocurre que todos podríamos levantar la cabeza a la vez.

Si todos nos diésemos cuenta al unísono, no tendríamos ni que luchar. Simplemente bajar los brazos y cerrar los ojos. Ignorar a los titiriteros que mueven los hilos. Me gustaría hacer una manifestación multitudinaria en silencio. Una huelga general indefinida, sin decir ni hacer nada. Simplemente no obedeciendo.

No obedecer. Apagar la TV. Cuestionarse todo lo que nos han enseñado en el colegio o en la universidad. Cuestionarse la versión de la realidad que muestran los medios de comunicación de masas. 

La ignorancia fomenta el control. 


jueves, 20 de noviembre de 2014

Me inquieta

Me inquietan las personas que no me miran a los ojos al hablar.
Me inquietan los grupos de indigentes jóvenes que frecuentan parques donde hay muchos niños.
Me inquieta la mirada oscura de algunos clérigos.
Me inquieta que mi jefe me repita tantas veces que no tiene rencor.

Me inquieta que "PODEMOS" sea de alguna manera promocionado por la Sexta. Porque considero esta iniciativa una auténtica posibilidad de cambio a un escenario más limpio. Pero necesito que sea independiente, y ver como la Sexta lo publicita constantemente, me hace pensar que hay una parte de los poderosos a quienes les interesa que salga y por tanto nuestra elección será, una vez más, fruto de un plan.

Empezamos

LNavegando por la red, he descubierto la película "Ellos Viven"  de John Carpenter, una reveladora alegoría sobre nuestra programada ignorancia, diseñada por una élite dominante con el fin de vivir como dioses a costa de nuestra esclavitud. "Ellos viven, nosotros dormimos". Una definición perfecta la realidad actual.

En ella se habla de unas gafas de la verdad. 


Me ha gustado la metáfora de las gafas para explicar nuestra ceguera ante el bombardeo de mensajes subliminales  y no tan subliminales que pretenden empujarnos a un consumismo voraz para narcotizar nuestro potencial. Esta película me ha parecido un precursor de MATRIX, con mucho menos presupuesto pero con un contenido denso camuflado en una película de serie B. Creo que la he visto en el momento oportuno. Si la hubiese visto hace unos años no le hubiese dado la importancia que tiene ni hubiese captado la potente carga de su mensaje. 

"Una vez se las ha puesto, ya no se las puede quitar". 

Pues el caso es que yo hace unos años, me las puse. He tardado en despertar, pero una vez despierto ya nada es lo mismo.

Y todo lo que ahora sé no lo puedo compartir al tuntún si quiero seguir moviéndome en mi ámbito habitual, básicamente porque me tomarían por un iluminado.  Así que intentaré centrarme en temas más mundanos pero bajo el paraguas de mi nueva consciencia.

En cuanto a la url del blog "loquemerote" me la propusop mi esposa, y hace referencia a lo que voy a publicar. No tiene por qué seguir una linea ni argumental ni temática. Simplemente pretendo escribir lo que me rote. No pretendo que me lea nadie, pero si alguien encuentra en mis textos algo que le motive, pues bienvenido sea. 


Tampoco mi intención es escribir regularmente, así que si te gusta lo que escribo, ten paciencia.


Dudo que te importe, pero si alguien quiere saber quién hay detrás de este blog, que lo busque en la vasta información que google almacena y cínicamente te invita a consultar. Pero no esperes encontrar nada especial. Más bién encontrarás a alguien muy normal, incluso aparentemente gris. Los colores van por dentro.


Allá vamos.